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Aunque todos los alimentos que llegan al supermercado son seguros, conviene desinfectar adecuadamente las frutas y las verduras antes de su consumo. Según la FDA (Food and Drug Administration) y la EFSA (European Food Safety Authority) todavía no hay evidencia sobre la transmisión del SARS-CoV-2 a través de los alimentos o envases de alimentos.
Sin embargo, no sobran ciertas precauciones si tenemos en cuenta que, según algunos estudios, el coronavirus podría permanecer en las superficies por tiempos variables con diferente carga viral según las condiciones de temperatura y de humedad.
Cuando vamos a la compra, a las medidas fundamentales de prevención (distancia física, toser y estornudar al interior del codo, no tocarse la cara y lavado frecuente de manos) el uso de mascarilla es obligatorio y seguir las recomendaciones específicas del establecimiento.
Muchos supermercados facilitan la limpieza y desinfección del carro y de las manos con guantes y geles hidroalcohólicos en la entrada.
Sí. Aunque llevemos guantes de vinilo o nitrilo, es preciso usar encima los guantes de polietileno (los flojitos transparentes). ¡IMPORTANTE! Si nos hemos puesto unos guantes “transparentes” en la entrada del supermercado TAMBIÉN debemos usar unos guantes nuevos a la hora de elegir las frutas y la verduras, ya que los “primeros guantes” pueden haberse contaminado al ir tocando cosas por el supermercado, o a nosotros mismos. Recordemos que vamos a tocar fruta y verdura que otras personas pueden comer directamente.
Una opción puede ser dejar cuarentenada la compra en un rincón hasta el día siguiente (excepto, lógicamente, alimentos que necesiten refrigeración). Este sencillo protocolo ayudará a disminuir la posible carga viral que haya en la superficie de los envases o de los alimentos. En otras palabras, a medida que pasa el tiempo los posibles coronavirus activos en la superficie de los alimentos se van “inactivando”. Si se limpian los envases de los alimentos debe hacerse con papel de celulosa desechable con una solución hidroalcohólica, con agua y jabón o con cloro diluido.
A día de hoy no hay evidencia de que el frío de los congeladores domésticos sea capaz de acabar con el virus. Por el contrario, sí sabemos que a unos 56ºC se desnaturalizan las proteínas del virus. Siguiendo las normas habituales, para eliminar la posible carga microbiológica de los alimentos conviene calentarlos por encima de 65-70ºC durante el tiempo suficiente.
El pan no se puede desinfectar. Una buena medida es congelarlo en rebanadas y calentarlo directamente en el tostador. Con esta medida conseguimos doble premio: inactivamos los posibles virus por el calor del tostador y evitamos salir de casa a diario.
A la hora de ir a comprar debemos tener en cuenta este apunte de la farmacéutica y experta en seguridad alimentaria, Gemma del Caño: El pan es un alimento ready to eat. Las medidas higiénicas de quien lo suministra deben ser exquisitas: no se toca la cara, con una mano toma el pan y con otra el dinero, no tiene producto expuesto, lleva mascarilla… En la industria ponemos un excesivo cuidado con estos productos que no van a llevar cocinado después. El calor sí es una medida eficaz.
Si no se va a calentar pero sí se puede lavar (frutas y verduras), agua, desinfectante y agua otra vez.
Las recomendaciones de la AECOSAN para desinfectar frutas y verduras que vayamos a tomar crudas son las de siempre. Tras lavarse escrupulosamente las manos con agua y jabón (durante 20 segundos al menos), hay que seguir estos pasos:
Los alimentos que nunca deben faltar en la despensa y en el congelador, especialmente ahora que debemos limitar las salidas a la calle, son:
El almacenamiento y la conservación depende del tipo de fruta. En general puedes guardarlas en la nevera en los cajones específicos. Hay frutas climatéricas, como el aguacate, la pera o el plátano, que siguen madurando una vez recolectadas. Pueden comprarse “verdes” para poder disponer de ellas más tiempo.
Las no climatéricas, como los cítricos o las fresas, maduran en la propia planta. Algunas frutas como las manzanas, los melones, los mangos o los tomates, emiten gas etileno al que son sensible otras frutas como la piña o verduras como las judías verdes o la berenjena. Por eso conviene separarlas.
Hasta la fecha no hay ninguna recomendación oficial para suplementarnos con vitamina D con el fin de paliar las posibles carencias por la falta de exposición solar. Se considera que cerca del 90 % de la vitamina D en seres humanos proviene de la síntesis cutánea a partir de la acción de la radiación UVB, es decir, el porcentaje de vitamina D procedente de la alimentación es bajo.
Tomar el sol en un balcón o simplemente en una ventana abierta, durante no más de 15 minutos al día, con la cara, cuello, manos y brazos destapados, puede ser suficiente para alcanzar los niveles de vitamina D. La capacidad de síntesis de vitamina D dependerá de factores como el fototipo de la piel del individuo, su edad, la hora del día a la que se tome el sol o la estación del año.
Si queremos reforzar la vitamina D con la alimentación debemos tener en cuenta que se encuentra sobre todo en el pescado azul, en la yema del huevo, en los lácteos o en algunos tipos de setas, además de en ciertos alimentos fortificados.
Última actualización: [ 21/07/2020 ]
Esta publicación fue modificada por última vez el 11/01/2024 03:53
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