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El diagnóstico de la data de la muerte se apoya en los conocimientos sobre el momento de la aparición y la evolución cronológica de los fenómenos cadavéricos, cuyos cambios son influidos por muchos factores que pueden acelerarlos o retardarlos.
La determinación de la data de la muerte tiene una importancia criminológica trascendental y constituye uno de los problemas más complicados que se le pueden presentar al médico forense. Los cambios post-mortem se producen en el cadáver por convertirse en un cuerpo inerte y por aquellos derivados de la actividad propia del cadáver, estos cambios hacen que aparezca una serie de signos, unos tempranos y otros tardíos a la muerte.
Los fenómenos cadavéricos son el estado por el que pasa un cuerpo al momento que la vida material expira. Son los cambios, alteraciones o modificaciones que sufre el cadáver a partir del momento en el que se extingue la vida, lo cual es ocasionado por procesos bioquímicos del cadáver y factores ambientales, aprovechándose que el cuerpo es indefenso para protegerse.
Los fenómenos cadavéricos pueden ser tempranos o consecutivos, y son clasificados por Gisbert (2005) en cadavéricos abióticos y bióticos.
Son el resultado de la desaparición de todo género de vida y no obedecen más que a las leyes físicas que gobiernan los cuerpos sin vida; entre ellos se mencionan:
Por otra parte, los fenómenos cadavéricos bióticos son diferentes formas de expresión de los de naturaleza fisicoquímica que se producen en el cuerpo después de la muerte; se menciona como ejemplo de ello la rigidez cadavérica debido a la degradación del trifosfato de adenosina o ATP a adenosín monofosfato cíclico o AMP.
Una vez producida la muerte, ocurre una acidificación general de los tejidos, independiente de toda afección, que hace descender el pH del cuerpo humano. En el músculo el pH desciende de 6,5 a 5,6 y en el hígado de 6,5 a 5,75; seguida tras algunos días de una alcalinización creciente de causa putrefactiva debida a la formación de amoniaco, los pH precedentes se elevan a 8,6 y 8,2 al séptimo día. Simonin y Patitó.
El pH lagrimal desciende por debajo del valor 7; este descenso tiene lugar antes de los 30 minutos después de la muerte. La técnica de Lecha-Marzo, investiga la reacción de la secreción lagrimal al introducir un papel tornasol neutro bajo los párpados, observándose en personas vivas que el papel neutro cambia a azul, mientras que en el cadáver cambia a rojo.
Se debe al cese de la actividad metabólica. El cadáver pierde calor hasta igualar su temperatura con la del ambiente. La curva de dispersión térmica se caracteriza por tres períodos donde la temperatura corporal disminuye de la siguiente manera:
El enfriamiento es más notorio en las partes expuestas (manos, pies, cara y más tardío en cuello, axilas, vísceras). La marcha del enfriamiento viene condicionada por diversos factores, entre los cuales se señalan: causas de la muerte y condiciones individuales.
Hay causas que aceleran el enfriamiento y ellas son:
Y las causas que retardan el enfriamiento son:
Se utilizan instrumentos de medición para monitorear la marcha del enfriamiento cadavérico. El sitio de búsqueda por excelencia para la medición es el recto, a fin de obtener lecturas correctas. Para detectar el tiempo de muerte es necesario introducir el termómetro profundamente en el recto, por lo menos 10 centímetros y dejarlo varios minutos antes de realizar la lectura.
En 1962, Marshall y Hoare, tras varias experiencias, llegan a la siguiente conclusión, que la curva real de enfriamiento tiene dos fases:
A continuación, se muestra el diagrama propuesto por Marshall y Hoare para determinar el momento de la muerte basándose en el enfriamiento corporal:
Existen numerosos autores que han estudiado dichos fenómenos y desarrollando así distintas clasificaciones de los fenómenos cadavéricos. Entre los autores principales se encuentran: Lorenzo Borri, Eugene Bouchut, Aldo Franchini y Eduardo Vargas Alvarado; cada uno generando su propia clasificación que lleva su nombre y son:
En 1926, Lorenzo Borri clasificó los fenómenos cadavéricos, diferenciándolos entre fenómenos abióticos y fenómenos transformativos:
También llamados vitales negativos. Dentro de los abióticos se diferencian los inmediatos y consecutivos.
Inmediatos:
Consecutivos:
En el año 1883, Eugene Bouchut desarrolla una clasificación, en la que diferencia los fenómenos cadavéricos, distinguiendo entre signos inmediatos y signos alejados o mediatos. Los signos inmediatos, son los que hacen posible, diferenciar entre muerte verdadera y muerte aparente. Los signos mediatos, son los signos que se manifiestan posteriormente, como consecuencia de la muerte.
Todo lo anterior validado por el Signo de Bouchut, lo que significa ausencia de latido cardiaco por más de 20 minutos.
En 1985, Aldo Franchini propone una clasificación, que diferencia entre fenómenos iniciales y fenómenos sucesivos.
Eduardo Vargas Alvarado realiza una clasificación, en la que divide los fenómenos cadavéricos, en fenómenos tempranos y fenómenos tardíos en su libro Medicina Legal (2012) de la siguiente forma:
La vida tiene ciclos a lo largo de ella, y posee fases de vital importancia en el cese de esta y mucho más en el ámbito médico-legal. Los fenómenos cadavéricos tempranos y tardíos, cumplen con un rol importante para la data muerte.
La presencia del médico forense, es determinante en la escena del hecho, no solo para la muerte violenta, sino también para la sospechosa. A lo largo de la historia se han clasificado los fenómenos cadavéricos, dentro de los cuales el más aceptado es el de Vargas Alvarado, donde lo clasifica en tempranos, tardíos destructores o conservadores.
En los fenómenos tempranos, como el enfriamiento cadavérico ocasionado por el cese de la actividad metabólica, intervienen demasiados factores tanto internos (como la causa de muerte/enfermedad/obesidad) y factores externos (como la ropa, clima actual, distribución del aire en la zona).
A más altas temperaturas ambientales, el proceso del enfriamiento se ve más lento y a bajas temperaturas, el enfriamiento se presenta más rápido y la rigidez corporal dura más tiempo. Para detectar la temperatura corporal, se utiliza la vía rectal, identificando así las horas de muerto, y se hace el cálculo mediante la Fórmula de Glaister con una temperatura rectal normal (37º) – temperatura del cadáver entre una constante de 1.5, y con esto se obtienen las horas de muerte.
Manejo de fallecidos y autopsia por COVID-19
Última actualización: [ 17/09/2023 ]
Esta publicación fue modificada por última vez el 20/03/2023 17:55
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