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Es todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer.
También amenazas, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada, es considerado violencia de género.
La agresión a la mujer no es un tipo de violencia nuevo en la sociedad competitiva deshumanizada y agresiva de la etapa que vivimos. Ha existido siempre, y ahora sabemos que ha sido como consecuencia del diferente papel que han asignado al género masculino y femenino.
Se ha colocado a la mujer en una situación de subordinación hacia el hombre, con posibilidad de utilizar diferentes argumentos por parte del masculino para mantener esta posición, incluso la violencia.
La medicina en general y la medicina forense en particular han sido víctimas de ese contexto socio-cultural que ha permitido que se produjera la agresión a la mujer de muy diversas formas por el hecho de ser mujer.
La violencia de género es una situación frecuente que repercute gravemente sobre la salud de las personas afectadas y es un importante problema de salud pública.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) la considera como una epidemia. Y la Organización de Naciones Unidas (ONU), lo reconoce como el crimen encubierto más frecuente del mundo.
Rara vez los profesionales sospechan la existencia de esta situación, y solo se identifica un 1% del total estimado de casos de mujeres maltratadas.
Alrededor del 20% de las mujeres que consultan en los servicios sanitarios padece esta situación; aunque el motivo por el cual consultan no siempre es una lesión directa de la agresión, sino que suele ser una manifestación subaguda o encubierta.
La asociación de ginecólogos y obstetras americanos (ACOG) recomienda efectuar una búsqueda activa de casos de violencia.
Los profesionales sanitarios en general, y los de enfermería en particular, tenemos una especial sensibilidad ética, profesional e institucional, en la lucha contra la erradicación de cualquier tipo de violencia.
Los servicios de salud juegan un papel esencial en el afrontamiento de esta grave lacra social, y, dentro de estos, la enfermería constituye un grupo fundamental, no solo en la atención, sino en su prevención, detección precoz e identificación.
Distintos autores señalan la importancia de las enfermeras en la detección y en la prevención de la violencia de género.
Es de suma importancia explorar y desarrollar estrategias que permitan reconocer y desaprender imaginarios, estereotipos y prácticas que naturalizan las violencias contra las mujeres en los núcleos familiares.
De este modo, con la colaboración de toda la sociedad, su erradicación sería posible. Las unidades de valoración integral de la violencia de género de los institutos de medicina legal, pretenden conseguir instrumentos diagnósticos de la situación de violencia.
Entonces así realizar el diagnóstico de violencia en toda su extensión y dimensión, y no solo las agresiones aisladas.
Investigadoras del Departamento de Fisiología de la Universidad de Sevilla aseguran que un análisis de sangre podría ayudar a detectar la violencia de género.
El análisis podría ser efectivo incluso cuando la violencia cesa, ya que las mujeres maltratadas por violencia de género no vuelven a la normalidad de forma inmediata.
Los niveles de determinados tipos de hormonas se relaciona con la resiliencia de la víctima, entendida como la capacidad que tiene la mujer maltratada de recuperarse frente a la violencia.
Existen una serie de condicionantes fisiológicos, en concreto niveles hormonales, que garantizan que se genere el fenómeno denominado “apego”.
Es decir, un vínculo que se establece, por ejemplo, en el reconocimiento mutuo entre la madre y el recién nacido, y en general, refuerza los lazos afectivos familiares.
La concentración relativa (pg/ml) de los niveles de oxitocina en sangre obtenida como resultado, producía un incremento del 16,24% en los niveles circulantes de oxitocina en la población de mujeres maltratadas.
Este incremento hallado es especialmente significativo, ya que las mujeres se encontraban ya en fase de recuperación.
Con respecto a otras hormonas estudiadas, como son los niveles de cortisol o prolactina, se han visto alterados, como en toda situación de estrés prolongado extremo, como el producido por la violencia de género.
Estos datos son reveladores, ya que aseguran que un simple análisis de sangre podría servir para obtener datos fiables y objetivos de un posible maltrato, y avanzar en el diagnóstico y detección precoz para la erradicación de esta lacra social.
Última actualización: [26/04/2020]
Soy Lorena Plazas, licenciada en Enfermería y profesora en esta área. Con experiencia en Unidad de Cuidados Intensivos y Urgencias, también soy autora de la web “Enfermería Buenos Aires” y redactora de artículos académicos. Mi pasión radica en ofrecer cuidados humanizados y mejorar constantemente mis habilidades para brindar la mejor atención posible. ¡Gracias por estar aquí!
Esta publicación fue modificada por última vez el 06/09/2022 10:08
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