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El proceso del hambre o saciedad está influenciado por muchos factores y es complejo; los más importantes son:
El hambre está regulado hormonalmente y se divide en dos vías principales: la vía homeostática y la vía hedónica.
Existen varios factores que pueden afectar la regulación fisiológica del apetito, ellos son:
Cada vez se conocen más sustancias implicadas, las más conocidas son:
Es secretada por el estómago cuando está vacío y produce la sensación de hambre, el aumento de peso y la reserva de grasas.
Hormona sintetizada por los adipocitos (células de la grasa) que se libera en la sangre cuando aumenta la cantidad de grasa de reserva almacenada e informa al hipotálamo que hay suficientes reservas y reduce el apetito.
El equilibrio entre estas señales y otras muchas aún no descubiertas hace que la sensación de hambre sea un instinto primario bastante más complejo en realidad.
Los científicos sueñan con llegar algún día a regular este equilibrio hormonal con medicamentos, pero de momento, lo que se sabe es que no se adelgaza por comer poco y nada más, hay que hacer ejercicio, conocer el cuerpo y sus limitaciones (la genética influye mucho y una persona de 100 kilos no va a llegar a pesar menos de 60 kg sin perder la salud) y probar diferentes estrategias nutricionales saludables.
Cada vez está más claro, para mantener o perder peso hay que escoger alimentos bajos en calorías pero que no dejen sensación de hambre, porque en cuanto se pasa hambre, el cuerpo pone en marcha mecanismos para mantener el peso y se deja de adelgazar.
Los alimentos que llenan el estómago por su alto contenido en agua y/o fibra son:
Los alimentos mencionados envían rápidamente la señal de saciedad desde el estómago al cerebro y tardan más tiempo en digerirse, prolongando la sensación de ‘estar llenos’ y evitando los picoteos.
El círculo de la culpa en los trastornos alimenticios:
Una forma de investigar la alimentación hedónica es usar la escala: Power of Food Scale; Escala del poder de los alimentos. Los estudios de resonancia magnética funcional muestran que las personas con lecturas más altas en la escala Power of Food Scale tienen más actividad cerebral en la corteza visual cuando ven alimentos muy sabrosos. Si bien se necesitan más estudios para comprender mejor las implicaciones clínicas de este hallazgo, es otro indicador más de que comer “emocionalmente” no es solo emocional. También es fisiológico.
La escala Power of Food (PFS) se desarrolló para evaluar el hambre hedónica, o cómo piensan y sienten las personas acerca de los alimentos y el comer en ausencia de una necesidad metabólica.
“Como profesionales de la salud, el primer paso para ayudar a un paciente que lucha con el comer emocional es escuchar con empatía y luego evaluar cualquier causa fisiológica que pueda estar presente”.
Última actualización: [20/03/2024]
Esta publicación fue modificada por última vez el 20/03/2024 09:01
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