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La hemorragia se refiere a la pérdida de sangre desde los vasos sanguíneos, ya sea dentro del cuerpo (hemorragia interna) o fuera de él (hemorragia externa). Puede ocurrir debido a lesiones, enfermedades, trastornos de coagulación o condiciones médicas subyacentes. Las hemorragias pueden variar en gravedad, desde pequeños sangrados hasta situaciones que ponen en peligro la vida.
Las hemorragias son pérdidas anormales de sangre por parte del organismo. Si no son tratadas a tiempo, pueden conducir a un estado de shock e incluso a la muerte. Es decir, se produce una bajada de presión debido a la pérdida de sangre. Su tratamiento dependerá del tipo de hemorragia.
Hay varios tipos de hemorragia; ellos son:
La hemorragia arterial ocurre cuando la sangre fluye desde una arteria. La sangre arterial es de color brillante y puede salir en pulsos sincronizados con los latidos del corazón. Las hemorragias arteriales pueden ser graves y requieren atención médica inmediata.
Se produce por cortes profundos que dañan una arteria. Son menos comunes pero más graves, ya que si afecta a una arteria importante pueden conducir a la muerte. La sangre es de color rojo púrpura y sale a chorro o borbotones coincidiendo con los latidos del corazón.
La hemorragia venosa implica la pérdida de sangre de una vena. La sangre venosa es de color más oscuro y fluye de manera más constante en comparación con la sangre arterial. La hemorragia venosa se produce también por cortes profundos y, si se ven afectadas grandes venas, hay mucha pérdida sanguínea.
La sangre es de color rojo oscuro, por su escaso oxígeno, y es poco brillante. Sale en forma continua sin latir y el sangrado cesa, en general, aplicando presión sobre la herida.
La hemorragia capilar proviene de los capilares, los vasos sanguíneos más pequeños. Las hemorragias capilares son más superficiales y suelen ser menos graves. Las venas capilares son las más numerosas y pequeñas que existen en el cuerpo.
Este tipo de hemorragia es producida por heridas pequeñas y superficiales, y es de poca intensidad. El sangrado cesa gracias a los mecanismos normales de coagulación.
La hemorragia interna se produce dentro del cuerpo y puede no ser visible externamente. Puede deberse a lesiones internas, como ruptura de órganos, o a condiciones médicas como úlceras gástricas o problemas vasculares.
En la hemorragias internas, la sangre se vierte dentro del organismo. Puede ser leve, como en el caso de los hematomas o morados cuando la sangre se vierte debajo de la piel, o grave, si afecta a una vena o arteria grande, o por rotura de vísceras.
La hemorragia externa se manifiesta por la pérdida de sangre visible fuera del cuerpo. Puede ocurrir como resultado de heridas, cortaduras o lesiones externas.
En la hemorragia exteriorizada, la sangre sale a través de orificios naturales como la nariz (epistaxis), oídos (otorragia), boca (hematemesis o hemoptisis), ojos (hemorragia subconjuntival), ano (rectorragia) y orina (hematuria).
Los síntomas de una hemorragia pueden variar según la gravedad y la ubicación, pero pueden incluir debilidad, mareos, piel pálida, sudoración excesiva, confusión, y en casos graves, pérdida del conocimiento.
La hemostasis o hemostasia es el mecanismo por el que se detienen los procesos hemorrágicos. Comprende la vasoconstricción (disminuyendo el flujo vascular), formación de tapón plaquetario y coagulación de la sangre.
La hemostasia es la capacidad que tiene el organismo de mantener a la sangre dentro de los vasos sanguíneos. Cuando la hemostasia falla se desencadena la hemorragia. Los procesos de hemostasia se dividen en dos grandes grupos:
Es la respuesta inicial a la ruptura de un vaso. Comprende los procesos de contracción vascular (o vasoespasmo), adhesión, activación y agregación plaquetarias. Estos tres procesos dan lugar a la formación del “tapón plaquetario”.
Cuando se altera la hemostasia primaria aparecen hemorragias inmediatas, y más duraderas de lo normal, ante un traumatismo o a veces de manera espontánea. Estas suelen verse en las mucosas de la nariz y la boca, o como un punteado de color rojo en la piel denominado equimosis.
Es lo que se suele llamar coagulación. Consiste en la formación de un conglomerado de una proteína llamada fibrina que estabiliza el tapón plaquetario. Cuando se altera, suelen aparecer hemorragias tardías, muchas veces en forma de hematomas (colecciones de sangre), en músculos o articulaciones.
En ocasiones, los mecanismos de hemostasia naturales no son suficientes para detener un sangrado y se deben ayudar con medios físicos externos para que esta detención se produzca.
Dichos mecanismos externos son los más frecuentes y el orden de actuación ante una herida que no cesa de sangrar sería el siguiente:
Existen otros medios externos, aunque requieren la utilización de material más específico. Estos son la electrocoagulación de los vasos sangrantes, o la aplicación de nitrato de plata sobre dichos vasos.
Última actualización: [31/10/2023]
Esta publicación fue modificada por última vez el 28/02/2024 03:17
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